Hay debate y diferentes puntos de vista sobre esta medida planteada ya en algunos países, y que posiblemente sea implementada en Bogotá consistente en establecer unos buses especiales en los que solo pueden ir mujeres. Es una medida pensada como una forma de protección ante los múltiples y seguidos abusos al cuerpo de las mujeres por parte de algunos hombres que no han logrado establecer un límite y tener claro el respeto que merece el cuerpo femenino.
Entiendo que no es una medida definitiva, pero sí considero que es una acción afirmativa que da protección y que da un mensaje a los varones de control basado en la exclusión, ante la ausencia de cambios culturales que serían lo deseable y consistente. Es por el momento en mi concepto una medida válida que debemos respaldar las mujeres y sus organizaciones, y pienso que debe ser transitoria y estar acompañada de una política amplia y sistemática que aporte en la transformación de los pensamientos y actitudes machistas dominantes, que son la base que sostiene la agresión y los abusos al cuerpo de las mujeres.
Como muy bien lo dice una amiga que vive en México “la solución es cambiar la cultura y a eso es que le apostamos muchas con lo que hacemos y desde lo que hacemos, por eso y para eso; además, somos feministas. Pero también es clarísimo que el cambio no depende solo de nosotras, de las nosotras medianamente conscientes de la dominación. Las demás la viven como mejor sienten que la pueden enmascarar. Por eso sigue aquí, respirándonos en el cuello. Los espacios separados no son segregación a las mujeres. Son una sanción social a esos varones que aún creen que somos un objeto que les pertenece y les debe dar satisfacción y por eso todas, cada cual, les puede desatar su condición incontrolable de machos. Y es así que prefiero esas medidas concretas que mueven los imaginarios y remueven las profundas trampas de la dominación naturalizada a burlarme de ellas desde afuera del bus”.
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