La exposición “Hálito divino”,en estos días en Cartagena, es la expresión de la convicción de la artista Ruby Rumié que “aún en escenarios de conflictos, el arte puede proponer soluciones creativas.”
La larga y estrecha sala que la alberga con sobriedad, inspira solemnidad y algo de tranquilidad a falta de alegría. La ausencia de colores, unos espacios y objetos blancos, otros negros, pocos textos, la música… nos sentimos como en un santuario: aquí pasó algo.
Lo que pasó fue que una artista cartagenera quiso mostrar el “dolor acumulado y silenciado de 100 mujeres” de las que experimentan violencias en la intimidad de sus vidas. Se lee a la entrada de la exposición: “… Muchos de los casos son solo conocidos por la pareja misma: las mujeres ocultan las agresiones, creen que al esconderlas desaparecerán.”
Fueron invitadas 100 mujeres entre los 18 y 72 años de edad, para que compartieran el dolor en que estaban viviendo. Se dispusieron cien vasijas blancas de diferentes formas, una por cada una de las mujeres participantes.
“Dentro de ellas, en un lugar íntimo apartado del taller, exhalaron su experiencia dolorosa y luego, como función reparadora y limpiadora, se dieron a la tarea de respirar con sentido: hálito como soplo de vida. Terminando el ejercicio, las vasijas se sellaron y lacraron con las iniciales del nombre de cada participante: gesto simbólico de encapsular el dolor”.
En la exposición, el espacio con estas vasijas blancas, selladas y con iniciales se llama: “Canto hacia adentro”. Sigue el espacio de las urnas negras con unas mini estatuas de mujer encima: “La sombra de lo que queda”. Luego viene una bella composición en forma de domo lleno de mini estatuas de mujeres doradas. Una nota indica: “Ya no somos las mismas.” Se termina con un último espacio con vasijas blancas coronadas de figuras femeninas blancas o doradas, unidas o solas, fuera de jaulas, erguidas y triunfantes con la invitación: “Mírame nuevamente.”
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